About the Book
- No tengo raza, ni nacionalidad. Tampoco credo, ni religión. A este relato no se asomará ningún nombre, ni siquiera el mío, no es necesario. Solo diré ser varón. Dentro de unos momentos, tomaré una decisión. Lo hago consciente. Como amo y heredero por sangre de la tradición, soy dueño del aliento y susurro de los moradores de esta tierra y, por tanto, no necesito justificar mi vida o mis actos ante ellos. Tampoco ante quien lea estas líneas, pues, aunque no lo crean, también soy su amo-. Así empieza el relato de un hombre que cree que el poder y la tradición que implica ese mismo poder solo puede ser destruido desde dentro. Como él mismo relata, su desaparición traerá la libertad a otros.
Verdes Prados es una novela dura y directa donde no hay lugar siquiera para el artificio, ya que la Realidad de la que se habla, es una realidad, si bien falaz y cruel, tangible. Durante siglos España ha sido un país muy dado a la Tradición de la que habla el autor. Todavía quedan en este país restos de tradiciones sumergidas en poderes establecidos que dicen velar por nosotros, aunque en realidad, nos utilizan como los viejos caciques tradicionales.
Features & Details
- Primary Category: Literature & Fiction Books
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Project Option: 5×8 in, 13×20 cm
# of Pages: 166 -
Isbn
- Softcover: 9780368212994
- Publish Date: Jan 29, 2019
- Language Spanish
- Keywords pepe martínez, verdes prados, caciquismo
About the Creator
Pepe Martínez nació en el Sur, aunque podría haber nacido en cualquier parte. La familia de supadre es madrileña y vasco-navarra y la de su madre, andaluza y asturiana. Así que nacer en el Sur fue más bien una causalidad, no vayan a confundirlo con casualidad. Quizá sea esa mezcolanza de sangres, lo que le haga huir de todos los nacionalismos integristas y se considere, de una manera nada poética, ciudadano del mundo. Entre otras facetas, es escritor. Haber nacido en el Sur y ser escritor, son las únicas cosas de su vida que tiene claras y en ninguna de ellas he tenido algo que ver. El lugar de su nacimiento no lo eligió y ser escritor no es culpa suya. Así que se deja llevar y disfruta de ser conducido, ya no se hace demasiadas preguntas transcendentales y no sabe si es dueño de sí mismo, o como decía Ortega, esclavo de sus circunstancias.